Descartes - Contexto
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René Descartes vivió en una época marcada por la inseguridad y la confusión provocadas por la crisis que sufría el hombre del siglo XVII: los viejos conocimientos habían dejado de ser válidos, y eran discutidos y cuestionados por los intelectuales de la época. Dos causas fueron las principales de este malestar y confusión: la revolución científica y la pérdida de la unidad religiosa. La primera, había desmontado las teorías que se habían mantenido durante siglos, como el geocentrismo, las teorías aristotélicas, o el método escolástico. La segunda, provocó que la Europa cristiana se dividiera en tres bloques: católico, protestante y anglicano; una división que fue causa de muchos conflictos durante varios siglos, como la guerra de los Treinta Años.
La filosofía de la época intentó acercase al método y a la seguridad matemática con la que la ciencia contaba para su progreso. Su misión era la de crear una base en la que las nuevas teorías científicas se relacionasen y fueran coherentes, crear una nueva visión del mundo. Dos corrientes intentaron realizar esto: racionalismo y empirismo. Ambas corrientes se basaban en el método matemático y la observación de la realidad, y valoraban el papel de la razón y la experiencia para alcanzar el conocimiento. Sin embargo, el racionalismo, iniciado por el propio Descartes, daba a la razón el papel principal, mientras que el empirismo, iniciado por Hobbes, se centraba en la experiencia como base del conocimiento.
Los rasgos principales la filosofía racionalista eran varios: por un lado, la plena confianza en la razón humana, pues afirmaban que sólo con ella se puede alcanzar la verdad; la afirmación de la existencia de ideas innatas, un rasgo platónico que afirmaba que el conocimiento se halla de alguna manera presente en el alma humana; la búsqueda de un método adecuado para acceder al conocimiento; la propuesta de una metafísica basada en la idea de sustancia, que reduce la división de Aristóteles a tres fundamentos: sustancia, atributos y modos; y el mecanicismo, que defiende que la realidad es un mecanismo gigante que se puede analizar y comprender.
Los racionalistas se localizaban sobre todo en Holanda, Alemania y Francia. Este última era el Estado hegemónico en aquel momento, y que estaba al mando del rey absolutista Luis XIV. Tras la guerra de los Treinta Años, que enfrentó a católicos y protestantes, el imperio español perdió gran parte de sus posesiones, entre las que estaba Holanda, que inició una época de gran prosperidad, avance y tolerancia.
Las obras más destacas de Descartes fueron “Meditaciones metafísicas”, una obra en la que el autor rechaza toda creencia en lo que no sea absolutamente cierta y luego intenta establecer lo que se puede saber con seguridad, “Reglas para la dirección del espíritu”, donde exponía su visión sobre el fundamento del conocimiento, y “Discurso del método”, donde expone su teoría y método para alcanzar el conocimiento, y explica algunos conocimientos obtenidos mediante éste. De ésta última obra es el texto analizado. El objetivo que Descartes pretendía con su filosofía era construir la base que racionalistas y empiristas intentaban dar a la ciencia.
La influencia de Descartes en una filosofía que era anticuada e inservible para la época fue enorme: innovó y creó un método que permitió el avance y la adaptación de la filosofía a las nuevas corrientes. Su confianza en la razón permanece hasta nuestros días, y posee gran importancia en nuestra sociedad, así como su método. Por otro lado, el individualismo cartesiano también permanece arraigado en una sociedad, la nuestra, en la que el individuo debe definir su identidad en un mundo dominado por la publicidad y las grandes empresas.